Soy yo, o soy otro?
Todos tenemos un YO interno y un YO grupal. Aunque parezca graciosa la forma de nombrarlo, es así tal la denominación psicoanalítica. El yo interno es aquel con el cual identificamos nuestras propias emociones, capacidades, pensamientos, sentimientos, etc.; mientras que el yo grupal está relacionado con nuestra trama vincular social.
Cuando una persona se fanatiza con un grupo, ya sea éste político, deportivo, religioso, cultural entre muchos otros, está uniendo su yo individual con ese yo grupal. Es decir que se comienzan a confundir peligrosamente los límites entre mi propia persona y el movimiento al que adhiero. De esta forma, el fanático convierte al grupo en depositario de todas sus frustraciones y errores, pero asimismo se hace protagonista de los logros y éxitos de los demás.
Qué sucede cuando somos incapaces de ver nuestros errores, nuestras equivocaciones, nuestros miedos? No podemos procesarlos, y no podemos aprender. Quiere decir que continuaremos cometiendo el mismo error una y otra vez, con el consecuente sufrimiento, decepción y angustia que ésto implica.
No quiero escuchar, lalalalalalala!
El fanático sobredimensiona y enaltece las virtudes de la causa a la que adhiere, defendiendo irracionalmente la ideología y obstaculizando cualquier interpelación que otros pudieran efectuar. Por lo tanto experimenta un permanente quiebre con la realidad, ya que no se permite considerar más que solo plano de la existencia: su verdad. Al creerse dueño absoluto de la verdad, no razona con quien piense diferente y no admite discusiones sobre sus dogmas, a los que considera irrefutables, por lo que fecuentemente se enfrenta con quienes no piensen igual, ya que no es propenso a abrirse a nuevas ideas o conceptos.
Quienes profesan este nivel de fanatismo, viven aislados o confrontando con personas que piensen diferente, por lo cual tienen la necesidad imperiosa de crear vínculos afectivos con pares y así disminuir la ansiedad que les provoca la falta de apoyo de los demás y la sensación de inseguridad características de su baja autoestima. Los vacíos emocionales, frustraciones laborales y personales suelen ser reemplazadas por la pasión exagerada hacia el grupo. Depositan aquí la fidelidad, el amor, el sacrificio, el trabajo y demás aspectos que en la vida personal deberían cobrar preponderancia.
Hoy me servís, mañana no
Preso de una cárcel popular, el fanático deja de ser una persona individual, que se preocupa por aprender, mejorar, reflexionar y así adquirir una mejor calidad vincular que redunda tanto en beneficio propio como socio-comunitario; y pasa a ser parte prescindible de una multitud que ni lo considera, ni lo valora, ni lo contiene en realidad, ya que está compuesto de muchos otros sujetos que al igual que él buscan en el grupo cubrir necesidades individuales que no han podido satisfacer por sí mismos, y que al permanecer desatendidas e ignoradas continúan dañando profundamente el autoestima y la emocionalidad de la persona.
Viviana Vitulich
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